GOLPE BLANDO EN COLOMBIA
Por: Yuliana Arrieta
La conceptualización del «golpe blando» es una estrategia que se caracteriza por su condicionamiento político y su influencia mediática, capaz de generar controversia en la opinión pública y presión a las instituciones gubernamentales para generar cambios políticos significativos. Son un conjunto de tácticas conspiratorias que no usan la violencia como ha sido común en los golpes de estado, sino que lo hacen «por debajo de la mesa».
Una de las características fundamentales del «golpe blando» es la campaña sistemática de desprestigio hacia la figura presidencial, que en la práctica colombiana no es un secreto que los medios tradicionales se encuentran parcializados y sesgados hacia una misma idealización política. Pero esta expresión del presidente colombiano Gustavo Petro («Ha comenzado el golpe blando») no deriva solamente del hostigamiento periodístico, sino de una serie de factores y entrelaces de figuras políticas y entes gubernamentales. Aunque es ahora cuando el presidente hace pronunciamiento acerca de este «nuevo» acontecer político, movimientos analistas y de prensa alternativa lo titulaban desde el escándalo Sarabia-Benedetti.
Como detonante a dicha manifestación se debe a la reciente investigación del CNE por presunta malversación a financiación electoral presidencial.
Considerando cómo se lleva a cabo un golpe blando, tengamos en cuenta los siguientes acontecimientos: la obstrucción en el nombramiento del fiscal general y la reciente anulación del Ministerio de Igualdad, lo que refleja las tensiones entre el ejecutivo y el judicial, mientras que la sistemática obstrucción legislativa dificulta la implementación de la agenda gubernamental. Nos encontramos en una confrontación política intensa y prolongada en el país.
Ante la afirmación de Petro sobre un «golpe blando», la oposición rechaza sus acusaciones, defendiendo la legitimidad de sus acciones y denunciando su discurso como una táctica distractora. Además, expresan su compromiso con el marco legal y constitucional. Las figuras más representativas de la oposición colombiana llegan a expresar y pedir calma al presidente; pues no es más que una respuesta de la presión del momento. Como resultado, tenemos la movida más común de este gobierno, que es incentivar a las personas a salir de su cada hacia la movilización ciudadana como muestra de apoyo incondicional al presidente Petro. Debemos agregar que no se trata solamente de la desestabilización democrática por supuesto golpe blando, sino que sobre la mesa aún se encuentra la propuesta de una nueva constituyente.
Ante esta narrativa surgen los siguientes interrogantes, ¿en realidad es el presidente Petro quien crea los escenarios inhóspitos para su declive gubernamental con el fin de llevar a cabo la constituyente? O ¿es un aprovechamiento de escena de el gran circo mediático armado por la oposición lo que va a permitir que Petro lleve a cabo su plan de la constituyente?