Para mí como Director Ejecutivo de Punta de Lanza, esta editorial se convierte en la tribuna perfecta para sentar mi #AnálisisEstratégico frente a la coyuntura de la Comunicación Política no solo en Colombia sino en Latinoamérica, desde la búsqueda de la objetividad que me da mi profesión como Politólogo y bajo la responsabilidad que me da mi oficio de consultor y estratega político.
A pocas horas de cerrarse uno de los procesos electorales más interesantes desde la perspectiva de la comunicación política moderna en Colombia, queremos presentar esta edición de LANZA esta reflexión académico experiencial con el fin de brindar herramientas y elementos para el debate de la Comunicación Política Estratégica en Colombia y Latinoamérica.
En primera medida se observa como principio rector de la campaña por la presidencia colombiana, la lógica de lucha por el poder basada en antagonismos estratégicos, una lógica de confrontación permanente que permite acentuar una dualidad necesaria entre sí para controlar la agenda pública, creando de esa forma una campaña amparada por el imaginario difuso y mal planteado del contraste como enfoque de la acción político electoral.
El contraste, el cuento y la calle como diría el reconocido Luis David Duque, siempre será necesario para la interpretación y construcción de un trazo estratégico de campaña, sin embargo, hoy en Colombia se percibe como la necesidad de atacar o acabar al contrincante a como dé lugar y como decían las abuelas “…dele hasta con la escoba…”, creando una aceptación tácita del todo vale a la hora de la persuasión y la movilización política.
Hablar de contraste es marcar una línea base en la medida y en la necesidad de marcar diferencia con el oponente/contrario , sentando la bases para consolidar una de las frases más representativas que he escuchado en estos años al participar en procesos políticos, electorales y de gobierno: “la política y las elecciones no solo se ganan armando votos, también desarmando y enredando” pura sabiduría popular de filigrana o manzanilla política, que representa una funcionalidad en segundo plano del contraste.
La necesidad de cimentar la sociedad a través de la agudización de las contradicciones configura una dinámica de polarización y de radicalización para consolidar la movilización político electoral, así como para intentar permear con desconfianza los votos blandos de los contradictorios, validando la expresión expuesta previamente.
La necesidad de una sociedad polarizada, recuerda que la polarización es en sí misma, un enfoque para la acción política y para esto la delgada línea diferencial entre los niveles del contraste (contraste lineal, negro y sucio) marcan unas tendencias de degradación de la confrontación político electoral. Convirtiendo de esa forma el debate en una confrontación propia del multiverso en donde el uso y el abuso de la herramientas o estratagemas de ataque y defensa, se convierten en el pan de cada día de las campañas.
Y es aquí donde lo que conocemos como ética se revienta en mil pedazos, cuando aterrizamos la política y sus formas, que reflejan lo que somos como sociedad y más aún el estado más puro del ser humano, por lo cual debemos recordar que la ética no es más que un acuerdo social para potencializar la convivencia en sociedad, la cual ha sido moldeada por las relaciones de poder del momento o la misma coyuntura.
No estoy justificando la burda implementación del contraste en nuestra política criolla, solo que no debemos seguir aportando a una sociedad con una doble moral dictada por la conveniencia del análisis según su rol social y económico.
Vivimos en una sociedad de contraste en donde por donde se quiera observar se evidencian los diferentes niveles del contraste, por ende, creer que tenemos la verdad manifiesta y que somos como consultores portadores de la potestad de validar positivamente o negativamente el comportamiento político de los ciudadanos y de la comunicación política, es una vil especulación o como diría el Expresidente Vargas Lleras “…Cuentos Chimbos…” Que responden a una necesidad de darle potencia y resonancia de una afinidad política enclosetada.
Los que hemos tomado como decisión de vida ser consultores políticos no somos ni abanderados de la moral ni de la verdad, somos ciudadanos que día a día buscamos ser mejores personas a pesar de nuestros defectos y virtudes, para incidir de la mejor manera y en favor de nuestro sistema democrático.
Nos leemos pronto…
Felipe Mendoza Co