TEORÍA DE JUEGOS EN LA POLÍTICA COLOMBIANA
María Tatiana Mejía Pérez
La Teoría de juegos se nos presenta como un estudio a las decisiones cooperativas de los individuos en pro de su beneficio, puntualmente con el “Dilema del prisionero” que nos muestra la gama de opciones que se tiene al tomar una decisión y como al final el resultado está mediado por las decisiones conjuntas de todos los participantes, es decir, a la hora de establecer una relación es importante tener en cuenta los intereses colectivos e individuales y analizar si tomar la opción egoísta es sustentable a largo plazo.
El dilema del prisionero es un concepto clave en la teoría de juegos que ilustra por qué dos individuos racionales podrían no cooperar, incluso cuando hacerlo sería mutuamente beneficioso. En el escenario clásico, dos sospechosos son interrogados por separado y tienen la opción de confesar o permanecer en silencio. Si ambos callan, reciben una sentencia leve; si uno confiesa y el otro no, el que confiesa queda libre y el otro recibe una sentencia dura; si ambos confiesan, reciben una sentencia moderada.
Aunque la mejor opción colectiva es que ambos callen, el interés individual lleva a cada uno a confesar para evitar el peor resultado personal. Este dilema demuestra cómo la búsqueda del interés propio puede conducir a un resultado peor para todos, lo que es aplicable a la cooperación política que experimentaos en el panorama nacional.
La política colombiana, caracterizada por su complejidad y dinamismo, ofrece un terreno fértil para la aplicación de la teoría de juegos. Este marco analítico nos permite comprender las estrategias, decisiones y comportamientos de los políticos colombianos en su búsqueda de poder e influencia.
En primer lugar, la formación de coaliciones políticas en Colombia puede ser analizada como un juego de x-personas, donde x representa el número de partidos o facciones políticas. Cada actor busca maximizar su poder y su capacidad de influir en las políticas públicas. En este juego, los políticos deben decidir con quién aliarse, considerando factores como la afinidad ideológica, el peso electoral y los beneficios potenciales de la coalición. Por ejemplo, la formación del Pacto Histórico para las elecciones de 2022 puede verse como una estrategia de cooperación entre diversos actores de izquierda para aumentar sus posibilidades de éxito electoral.
Sin embargo, estas coaliciones no están exentas del dilema del prisionero. Los miembros de una coalición pueden verse tentados a «traicionar» a sus aliados para obtener beneficios individuales a corto plazo, como cargos ministeriales o presupuestos para sus regiones. Esta dinámica se observa frecuentemente en el Congreso colombiano, donde los políticos a veces rompen la disciplina de partido o cambian de bancada. La estabilidad de las coaliciones depende, en gran medida, de la capacidad de los líderes para crear mecanismos que fomenten la cooperación continua.
Otro aspecto relevante es el juego de la competencia electoral. Los candidatos deben tomar decisiones estratégicas sobre sus plataformas políticas, estrategias de campaña y alianzas. Aquí entra en juego el concepto de «votante mediano» de la teoría de juegos, que sugiere que los candidatos tenderán a moderar sus posiciones para atraer al elector promedio. Sin embargo, en el contexto colombiano, con su sistema multipartidista y segunda vuelta presidencial, los políticos a menudo adoptan estrategias más complejas, polarizando en primera vuelta para asegurar su base y moderando en segunda vuelta para captar el centro.
La negociación legislativa también puede analizarse desde la teoría de juegos. Los políticos en el Congreso participan en un juego repetido, donde deben decidir si cooperar o competir en cada proyecto de ley. La repetición del juego permite el desarrollo de reputaciones y estrategias de «ojo por ojo”, donde los políticos cooperan con aquellos que han cooperado en el pasado y castigan a quienes no lo han hecho. Esta dinámica explica en parte la formación de bloques legislativos y la importancia de las relaciones personales en la política colombiana.
La corrupción y el clientelismo, problemas persistentes en la política colombiana, también pueden ser examinados a través de la lente de la teoría de juegos. Estos fenómenos pueden verse como juegos de coordinación negativos, donde los actores políticos se benefician individualmente de prácticas corruptas, pero el resultado colectivo es perjudicial para la sociedad. La dificultad para romper estos equilibrios corruptos radica en que los políticos que deciden no participar pueden verse en desventaja electoral frente a aquellos que mantienen redes clientelares.
Finalmente, la descentralización política en Colombia ha creado un juego multinivel entre políticos nacionales, departamentales y municipales. Los alcaldes y gobernadores juegan estratégicamente para obtener recursos y apoyo del gobierno central, mientras que los políticos nacionales buscan construir y mantener bases de apoyo regional. Esta interacción a menudo resulta en negociaciones complejas y compromisos que pueden no ser óptimos desde una perspectiva de política pública.
En conclusión, la teoría de juegos proporciona una herramienta valiosa para analizar y comprender el comportamiento de los políticos colombianos. Revela cómo las decisiones individuales, motivadas por la búsqueda de poder y la reelección, pueden llevar a resultados colectivos subóptimos. También sugiere que la creación de instituciones, normas y mecanismos que alteren los incentivos y fomenten la cooperación puede ser clave para mejorar la calidad de la política en Colombia. Al entender la política como un juego estratégico, podemos identificar oportunidades para reformas que promuevan un sistema político más eficiente, transparente y orientado al bien común.